Por Myriam Isabel González Navarro
El buen ambiente laboral es determinante a la hora de retener e incorporar talento en las compañías. Todos los que trabajamos en la empresa, independientemente del cargo que ostentemos, tenemos la responsabilidad de dar lo mejor de nosotros mismos para que el ambiente de trabajo sea agradable, e inspire confianza a los clientes, a los proveedores, a los propios trabajadores y directivos.
Que nos sepamos relacionar es fundamental, no sólo para ser exitoso en la vida personal y profesional, sino también, para que podamos ayudar en la empresa en la que trabajamos a que las personas con las que nos relacionamos en el día a día den lo mejor de sí mismas, se sientan cómodas en los equipos de los que formen parte, sean proactivos y, lo más importante, que TODOS nos sintamos bien en nuestro puesto de trabajo.
Actualmente, hay muchas personas que debido al mal ambiente laboral, les cuesta levantarse de la cama a diario para asistir a su puesto de trabajo. Esto provoca bajas laborales por ansiedad y estrés, baja productividad, procrastinación, mayor riesgo de errores, pérdida de talento, etc.
Muchas veces focalizan su descontento en el trabajo, cuando realmente el problema tiene que ver con las personas. La Directora o Director de departamento no les está valorando su trabajo, llevan mucho tiempo haciendo las mismas tareas y necesitan crecer; otras veces, hay una persona conflictiva con la que se tiene que relacionar a diario que la hace perder la tranquilidad necesaria para trabajar con eficacia etc.
Estas situaciones provocan que muchas veces sintamos que tenemos que cambiar de puesto o de empresa, sin darnos cuenta de que tenemos capacidad de acción para cambiar las cosas.
Podemos mejorar nuestra manera de relacionarnos con los demás, nuestro comportamiento y nuestra actitud.
Tenemos que tener en cuenta que cada uno de nosotros somos parte de la organización en la que trabajamos y si no hay buen ambiente tenemos una parte de responsabilidad. Entrar por la mañana con una sonrisa, dar los buenos días a nuestros compañeros, preguntarles que tal están de corazón puede lograr un cambio significativo en el ambiente que se respire en nuestro puesto de trabajo. Además, esa actitud es contagiosa y otros empezarán a hacerlo.
Cada uno de nosotros tenemos problemas diferentes: en nuestras casas con nuestra pareja, con nuestros hijos, con nuestros padres. Problemas económicos difíciles de afrontar en un momento dado. Todos esos problemas están en nuestra cabeza por mucho que intentemos disociar nuestra vida personal y profesional.
Si entramos nerviosos en la oficina porque nuestro hijo ha traído las notas y ha suspendido cinco asignaturas y no sabemos cómo le podemos ayudar para solucionarlo. O hemos tenido una discusión con nuestra pareja, nos afecta cuando llegamos al trabajo y esa preocupación la tenemos ahí. Si estamos nerviosos, lo vamos a transmitir a los demás y en la oficina se respirará tensión.
Si en ese momento un compañero o compañera te cuenta cómo solucionó un problema de estudios con su hijo, tú ya tendrás una posible solución al problema y estarás en acción sintiéndote mucho mejor. Si en lugar de comentarlo te sientas en tu mesa, empiezas a trabajar y estarás todo el día sintiéndote mal en lugar de tener una posible solución.
Si entro nerviosa en la oficina por la discusión que he tenido en casa con mi pareja y la compañera de despacho sonríe, me da los buenos días y se preocupa por mí, me encontraré mucho mejor y seré capaz de afrontar la jornada de trabajo de otra manera.
Si lo que encuentro en el despacho es un ambiente de confrontación, de envidia y antipatía, no sólo me encontraré mal por lo sucedido en casa sino que la situación empeorará.
Para tener esa posibilidad de hablar con el compañero de trabajo, antes habrás tenido que trabajar para ganarte su confianza.
Las buenas relaciones se construyen generando confianza en los demás, y eso sólo lo podemos conseguir con nuestro comportamiento, siendo coherentes en lo que decimos que somos y lo que luego hacemos en nuestro día a día.
Si los demás pierden la confianza en nosotros, ya no se recupera, por lo que es fundamental comprometernos con mantener aquellos comportamientos que la generan.
La habilidad de relación la tenemos que trabajar todos, desde el conserje hasta el CEO. Cada una de las personas que trabajan en la organización pueden ayudar a mejorar la confianza en la empresa. Su disponibilidad en ayudar a los demás, facilitar las cosas a un proveedor o a un cliente y, más importante, a sus propios compañeros, mejora la percepción que los demás tienen en la empresa.
Nosotros nos relacionamos con mucha gente en nuestro día a día y los comentarios que hagamos van a impactar en los demás, para bien o para mal. Si hablamos bien de nuestro trabajo, la confianza en nuestra empresa mejorará, pero si los comentarios son malos, la confianza se destruirá.
Sentirnos partícipes en la gran misión de MEJORAR LA CONFIANZA DE NUESTRA EMPRESA generará orgullo de pertenencia, además de conllevar una mejora en los resultados económicos de la misma.
¿Te animas?