“Si aprendemos a gestionar nuestra emociones, entonces podremos manejar y superar experiencias difíciles”
Doctora en Medicina con Maestría en Medicina Interna/ Postgrado en Docencia Superior
Vivimos en mundo globalizado y con mucha tecnología en donde pensaríamos que trabajamos con pasión y entusiasmo. Sin embargo, es más frecuente que escuchemos del Síndrome de Burnout ó Síndrome del trabajador quemado, y es que según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se estima que cada año se pierden 12.000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, lo que cuesta a la economía mundial casi un billón de dólares.
El Síndrome de Burnout fue descrito en 1961, y en 1974, el psiquiatra germano-estadounidense Herbert J. Freudenbergerse hace la conceptualización de esta enfermedad. Para el año 2000, la Organización Mundial Salud lo menciona como un factor de riesgo laboral por su capacidad para afectar la calidad de vida, la salud mental, e incluso poner en riesgo la vida. Ya en el 2019 la OMS la incluye en su lista de enfermedades.
¿Qué es el Síndrome de Burnout?
Su origen es multifactorial y surge como una respuesta a un estrés prolongado en el ámbito laboral. Tiene 3 dimensiones: el agotamiento emocional, la despersonalización y la sensación de insatisfacción.
Se ha descrito más frecuentemente en personas cuya profesión demanda entrega y dedicación a los demás, como es el caso de la enseñanza, la salud o los servicios sociales; sin embargo, cualquier trabajador puede padecerla sin importar en qué carrera se desempeñe.
Luego de ejercer por más de quince años la práctica médica, estoy completamente segura de que es una enfermedad que afecta hoy día a los trabajadores de diferentes áreas, y luego de la pandemia esto es más evidente. En estudios recientes publicados en la Organización Panamericana de la Salud se vio que el personal de salud de once países de América Latina presenta elevadas tasas de problemas de salud mental, y el estudio también hace mención que en algunos países solo recibieron atención psicológica cerca de un tercio de quienes dijeron necesitarla.
Una forma de darnos cuenta si se padece del Síndrome de Burnout es utilizando la Escala de Maslach Burnout Inventory (MBI) que consta de 22 ítems en forma de afirmaciones sobre los sentimientos y actitudes del profesional.
En estudios realizados por la Clínica Mayo, el Síndrome de Burnout no tratado puede tener consecuencias significativas en nuestras vida, entre ellas: estrés excesivo, fatiga, insomnio, tristeza, enojo o irritabilidad, consumo inadecuado de alcohol y de otras sustancias, enfermedad cardíaca, Hipertensión arterial, Diabetes Mellitus tipo 2 y vulnerabilidad a otras enfermedades.
¿Qué podemos hacer si padecemos El Síndrome de Burnout?
El tratamiento se centra principalmente en la atención a la disminución del estrés o el desarrollo de nuevos hábitos positivos que reduzcan la aparición del mismo.
Trabajar la resiliencia es muy importante para que la persona pueda aprender, mejorar y recuperarse.
La Clínica Mayo recomienda tomar algunas medidas como: dormir mejor, buscar apoyo entre amigos y familiares, hacer ejercicios, hacer una actividad relajante como el yoga, la meditación o el tai chi, así como practicar la atención plena o Mindfulness.
Según la Organización Mundial de la Salud, el Mindfulness o “conciencia plena” se define como aquel estado de la mente que consiste en estar aquí y ahora, con atención y aceptación. Su práctica ha demostrado enormes beneficios a nivel emocional, mental y físico, logrando un completo bienestar en la persona.
Sin duda tenemos un gran desafío en los próximos años para combartir ésta enfermedad, por lo que se ha empezado a introducir prácticas como el Mindfullnes Empresarial. Sin embargo, a pesar de que en Latinoamérica ha crecido esta práctica, nos hace falta integrarla en las diferentes áreas de trabajo; por eso, luego de practicarla por casi una década, he iniciado pequeños talleres de meditación y yoga en el hospital donde trabajo ya que estoy convencida de que estas sencillas herramientas pueden ayudarnos a superar grandes desafíos.
Evaluemos cómo nos sentimos en nuestros trabajos y busquemos la ayuda necesaria; recordemos que la salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.